lunes, 23 de febrero de 2015


ESTADO DE LA NACION: EL PESCADO ESTÁ VENDIDO

MANUEL MIRA CANDEL

Mañana se celebra el Estado de la Nación. ¿Existe realmente un Estado español? ¿Existe realmente una  nación española? Términos equívocos en los tiempos que corren. Solo la historia los ampara, pero la historia cada vez cuenta menos. Cuando no se inventa, se reinventa y no pasa nada. Un buen día, Putin se levanta de mala leche y dice: "Voy a reconquistar Crimea". Lo hace, con sus tanques y misiles cubriéndole las espaldas, y punto. Otro día es Obama a quien se le ocurre bombardear focos de resistencia islámicos en el Kurdistán, lo hace... ¡Y no pasa nada! Daños colaterales. Asistimos, implacablemente, al derrumbe de los estados, al eclipse de las naciones. Uno de los términos políticos más habituales en boca de los medios de comunicación es el de "estados fallidos". Empiezan a proliferar por doquier. Ucrania es un estado fallido. Libia es un estado fallido. Irak, Afganistán, Siria, Líbano, Palestina... ¡Estados con historia! Recordemos a la fascinante Nínive. Al gran Nabucodonosor.  Quedan lejos de Europa. No tanto, oiga. ¿Qué le falta a Grecia para convertirse en un estado fallido? ¿Y a Hungría? ¿Qué le falta a Estonia para ser un estado fallido? ¿Y a Kosovo? Un estado fallido es aquél que no existe como tal, o que depende de los demás, o que sobrevive porque conviene a los demás, puntual o circunstancialmente. ¿Los poderosos? ¿Obama, Putin, Merkel? Tigres con pies de barro. Meros instrumentos del sistema. ¡Sistema, ya salió la palabra! Miremos a Grecia, con su Partenón, su cuna de civilizaciones, su Platón y su Alejandro el Magno. Grecia será un estado fallido desde el momento –que empieza a ser– en que se vea obligada a hacer lo que le imponen los demás. ¿Corre España el riesgo de convertirse en un estado fallido? Es decir: ¿Un país a merced de la voluntad ajena, con identidad diluida (cada vez más, intencionadamente), sin capacidad para sobreponerse a los avatares que le salen al paso?. Un estado títere, con instituciones títeres, con políticos (todos: los que están con el sistema y en contra del sistema) títeres. Al final, todos seguirán los pasos de Felipe González, cobrando una pasta cada vez que abre la boca. Tal vez España empiece a ser un estado pseudofallido (como lo es Bélgica, a la que solo las instituciones europeas mantienen como país). Pocas veces el concepto de Estado se manifiesta con tanto descrédito como ahora. Porque el gran estado del mundo es el mercado. Ese ente armoniosamente ambiguo al que se ha bautizado con el pomposo nombre de Globalidad. El contrasentido resulta aberrante: mientras millones de árabes fanatizados crean un estado islámico en donde les viene en gana, Europa se desgarra en desequilibrios internos y se deja desestabilizar con evidente riesgo de debilitarse. Sí, mañana asistiremos en España al debate espectáculo del Estado de la Nación. ¿Qué importa quien gane? El pescado está vendido.